"Es natural odiar al crítico. No solamente porque tiene uno de los trabajos más inexplicables de la civilización occidental sino también por su acceso a muchas facilidades de las que el resto de personas está privada y, especialmente, porque publican sus opiniones para el conocimiento público. Hasta ahí entiendo las suspicacias que genera este oficio.
[...]"
Alberto Servat, en La Soga.
Se rumorea que en el mundo de la arquitectura no hay crítica y "todo vale". Bien, hablemos de la crítica en arquitectura. Tal vez, en la fase de proyecto, suceda con cierta capacidad de veto, en concursos y eventos de similar oscurantismo; no así en otros asuntos como la pintura, el cine o la publicidad. En estos otros ámbitos, normalmente la crítica aparece (inevitable, objetiva y necesaria) tras el consumo de dicho producto. Bien sea por el dilatado proceso de construción (por supuesto incomparable a un rodaje), bien por la cantidad de dinero empleado (nada que ver con la publicidad), o bien sea por la repercusión a largo plazo del objeto arquitectónico, parece que si se llega a construir, no se echa para atrás. Se consume de todas formas. Las revistas del género no son más que informadores que comunican hechos. LOS hechos arquitectónicos.
¿Se puede consumir la arquitectura a disgusto?
¿Se puede criticar la crítica arquitectónica?¿Se puede consumir la arquitectura a disgusto?
Más diversión a costa de los críticos aquí.
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